Aunque la pandemia del coronavirus y su consecuente crisis haga casi imposible ver algo más allá de esta emergencia sanitaria y económica, España sigue estando en la región más expuesta de Europa al calentamiento global.  

Según Naciones Unidas, una de cada cuatro muertes prematuras y de enfermedades en el mundo están relacionadas con la contaminación y otros daños al medioambiente causados por la actividad humana. Asimismo, el World Economic Forum acaba de publicar un informe sobre los escenarios postcoronavirus, en el que advierte que omitir los criterios de sostenibilidad en el nuevo escenario de recuperación, puede hacer retroceder 10 años en la batalla contra el cambio climático. Es éste un desafío a la humanidad, y a lo largo de la historia, se ha podido comprobar que sólo aquellos que han sabido desarrollar un conjunto de habilidades y competencias que les permitan adaptarse a los cambios, son los que sobreviven. 

Se requieren compromisos de todos los actores, hechos y no sólo palabras y, es por ello, que Naciones Unidas reconoce por primera vez en la Agenda 2030 el papel fundamental de las empresas como actores que generan riqueza, pero también desarrollo sostenible.  

Así, mediante los ODS como marco de referencia a nivel mundial para trabajar a favor del desarrollo sostenible, se puede hacer compatible dicho desarrollo económico con la sostenibilidad del planeta. Porque según el informe Better Business, Better World1, elaborado por la Comisión de Comercio y Desarrollo Sostenible, el cumplimiento de los ODS suponen “60 oportunidades de negocio en cuatro sectores clave, que representan el 60% de la economía mundial y que de cristalizarse podrían agregar 12 billones de dólares al PIB mundial hasta 2030 y potencialmente el doble o el triple, además de crear 380 millones de empleos.” 

A nadie se le escapa que en un entorno VUCA como el actual, ninguna organización puede ser sostenible si no contempla la necesidad de estar orientada hacia la excelencia y viceversa, sin comprender que la actividad de nuestra empresa debe vincularse con todas las dimensiones, también la ambiental y social y por tanto con la sostenibilidad para lograr la excelencia. 

Con esta cuestión clara, el siguiente paso es enfocar cómo debemos transformar nuestra organización y equipos para ganar en resiliencia en la crisis climática. Lo primero, revisar en esta clave el propósito, misión y valores de nuestra organización. Y es en este punto, en el que el modelo EFQM constituye una herramienta muy útil ya que entre sus valores se encuentra el asociado a “Crear un futuro sostenible” y, además, su dinamismo es el que permite que la innovación, mejora y aprendizaje continuo y la creatividad ayuden a una mejora constante de cómo hacer (agentes facilitadores) para obtener los mejores resultados clave en todos los grupos de interés, hacia la Excelencia.